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El sociólogo y economista francés Loïc Wacquant (1960) se especializó en el estudio de la desigualdad y marginalidad urbana. Para ello retomó el concepto de "gueto", reconstruyéndolo como una herramienta sociológica para el análisis de las ciudades actuales. Wacquant entiende al gueto como un instrumento espacial de segmentación y control etnoracial. El autor realiza un estudio de las políticas que se desarrollan en las sociedades de mercado actuales (neoliberales) donde logra enlazar dos tendencias centrales de la desigualdad contemporánea: la marginalidad y la penalización.
El gueto se ve representado como un instrumento sociorganizacional compuesto por cuatro elementos: el estigma, la restricción, el confinamiento espacial y el encasillamiento institucional. Articular este concepto hace posible desenredar la relación entre la formación de guetos, la pobreza urbana y la segregación, y clarificar las diferencias estructurales y funcionales entre los guetos y las ciudades. Es una forma de urbanización altamente peculiar distorcionada por las relaciones asimétricas de poder entre grupos etnorraciales, una forma especial de violencia colectiva concretizada en el espacio urbano. La formación de éstos no son procesos "no controlados y no diseñados", si no que hay detrás de ellos políticas estatales de vivienda pública, renovación urbana y desarrollo económico cuya intención es reforzar la segregación.
La pobreza es una característica frecuente pero derivativa y variable de los guetos: el hecho de que la mayoría de los guetos han sido históricamente lugares de miseria debido a la escasez de espacio, la densidad del asentamiento y a la explotación económica y maltrato generalizado de sus residentes, no implica que un gueto es necesariamente un lugar empobrecido. Dado que no todos los guetos son pobres y no todas las áreas pobres de una ciudad son guetos, no podemos colapsar y confundir el análisis de la formación de guetos con el estudio de los barrio bajos y las zonas de clase baja de la ciudad. De esta forma, el gueto tiene una doble cara, por un lado, la exclusión y aislamiento de un sector de la población y por el otro la reafirmación identitaria de este mismo grupo. Fomenta la asociación y construcción de comunidad dentro del barrio y sostiene e intensifica el aislamiento. Es así que estos espacios urbanos terminan teniendo una doble función por un lado sostener la exclusión de ese grupo y simultaneamente sirve de "escudo" para es población confinada que alimenta su orgullo colectivo.
De manera similar, todos los guetos son segregados (zonas aisladas) pero no todas las áreas segregadas son guetos. La segregación espacial es una condición necesaria pero no suficiente para la formación de un gueto. Para que surja un gueto el confinamiento espacial debe, primero, ser impuesto y abarcar a todos, y segundo, tener sobrepuesta una serie distintiva y propia de instituciones (escuelas, hospitales, iglesias, templos, clubes, etc.) que le permitan al grupo así encerrado reproducirse dentro de su perímetro asignado y no tener necesidad de salir de él.
Los guetos y los barrios étnicos tiene estructuras divergentes y funciones opuestas. El barrio migrante tiene una segregación pero ella es parcial y porosa, es producto de la solidaridad entre migrantes y la atracción étnica, y no impuesta por una hostilidad desde fuera del grupo. Estos barrios no perpetuan el aislamiento social y la distinción cultural, si no que tarde o temprano su población logra integrarse. El vecindario de inmigrantes y el gueto tienen funciones diamentralmente opuestas: uno es un trampolín para la asimilación mediante el aprendizaje cultural y la movilidad social y espacial, el otro es un pabellón de aislamiento material y simbólico orientado hacia la disimilación. El primero es un puente, el segundo un muro.
Loïc Wacquant ha estudiado el caso de los barrios chinos en Estados Unidos y describe el siguiente proceso: "Puede ser [que]...a través de la gradual erosión de sus fronteras espaciales, sociales y mentales, el gueto se convierta en una concentración étnica electiva que opere como un trampolín para la integración estructural y la asimilación cultural en la formación social más amplia. Esto describe bien la trayectoria de los barrios chinos de Estados Unidos de principios a fines del siglo XX y el estatus del enclave de inmigrantes cubanos de Miami que fomentó la integración a través del biculturalismo(...)."
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